Miles y miles de palmeras dos y tres veces centenarias conforman un paisaje único e irrepetible. Los palmares ocupan unas setenta mil hectáreas de Rocha y Treinta y Tres, y alcanzan su máxima expresión en Castillos y San Luis. El envejecimiento del palmar se torna dramático porque el ganado se come las plantas jóvenes, por lo cual los ejemplares no se renuevan.