Sitio de belleza tan sugerente como singular. Rodeado de dos extensas playas (ideales para bañarse y de blancas arenas), el cabo - un peñón rocoso que se introduce en el mar - desafía las bravas y transparentes aguas del océano. Buena parte del encanto de este lugar reside en que no existe ninguna ruta que permita acceder a él por automóvil. Sobre la ruta 10 hay caminos de ingreso que, sin embargo, no son transitables más que en sus primeros kilómetros. Para llegar a él se puede recurrir al alquiler de carros tirados por caballos que llegan al Polonio a través del camino que parte del kilómetro 264 de la ruta 10. Más abundantes años atrás, existen aún 13 carros que realizan esta travesía, tirados por dos o cuatro animales. El viaje se prolonga por unos 55 minutos y permite ir apreciando los encantos naturales de la región. Estos vehículos se contratan en distintos puestos ubicados entre los kilómetros 259 y 264, donde también se alquilan caballos. Aunque hay quienes ofrecen realizar el mismo recorrido en jeeps, o desde Valizas en vehículos todoterreno, el carro es el medio de locomoción que provoca un menor impacto en este frágil ambiente.
El Polonio se prolonga en el mar en tres islas que sirven de hogar a centenares de lobos marinos. Muchos días al año, es fácil encontrar algunos ejemplares tomando sol sobre las rocas de las costa. Si el viento ayuda, es posible acercarse a ellos y fotografiarlos de cerca: tienen muy buen olfato, pero muy mala visión.
Cementerio de decenas de barcos que no pudieron sortear su laberinto de roquedales, el nombre de cabo está tomado del galeón español "Polonio", que naufragó allí el último día de 1735. Tras repetidas tragedias, en 1880 se comenzó a construir el faro